¨Inundaba de fuego al descubrir su talle,
la plazuela encalada difamando al aire....
Comieron los restos pulgas y pesares,
acompañando al perro que no era de nadie.
Azotaron balcones y adornaron altares.
Paso al paso, inquisidores pedantes.
Duerme la dicha, se arranca el cante,
emprende la bicha su apetito errante.
Amaga el viento silbando distante,
romero viciado de manzanilla salvaje.
Quebró su recuerdo un rayo de sangre,
su blanca morada ardió de aire.
Lloraban amapolas y gritaban los valles.
La muerte acecha al que no lo sabe.
Por los arroyos corría perfume de amante
y en silencio afligida su hundía la madre.
Silencio aclamaba el coro de espinos,
venganza pedía el chaparro al fraile.
El farol se hizo sombra, el portillo enjuague,
prendieron los guardias al que nada sabe.
Mientras ellas se aburran que nadie pare.
Escapando a la razón, malogró su nave.
Traga saliva empecinado enclave,